ARQUITECTOS MASONES EN FRANCIA (SIGLO
XVIII)
Los esfuerzos de los
estudiosos, desde Juan Bautista Villalpando y Perrault hasta Newton,
para reconstruir gráficamente el Templo de Salomón contribuyeron al
establecimiento del tipo ideal del edificio masónico. La más gráfica
de estas reconstrucciones del Templo es la de De Wailly, en la que la
planta convencional desarrollada por Villalpando y Fischer von Erlach
se reelabora de cuerdo con las fases del ritual masónico con objeto de
plasmar la ruta de la iniciación en una grandiosa secuencia de
escaleras y patios abiertos que conducen hasta el mismo
sanctasanctórum, una combinación de los tipos del templo griego y
del panteón romano que más tarde iba a repetirse en el proyecto de
Vaudoyer para la terminación de la Madeleine de París.
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Jean-Jacques Lequeu (1757-1826), “Plan Géométral d'un Temple Consacré à l'Egalité”
1794 |
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Esas leyendas de origen
masónico llegaron a ser de interés para una teoría arquitectónica
preocupada por la vuelta a un orden básico y original, tipo de
arquitectura original paradigma de un nuevo orden social. En realidad,
se consideraba al arquitecto como el paradigma del masón: en 1784, Béyerlé afirmaba que el amplio abanico de conocimientos exigidos al
arquitecto y su especial facilidad par interpretar los mitos
fundacionales, hacían de él un auténtico «tipo de francmasón» (Béyerlé,
Essai de la franc-maçonnerie). Así, tras su iniciación en 1774
en la logia de los Corazones Simples de
la Estrella Polar,
el arquitecto Charle de Wailly hizo dos dibujos de una logia tipo
vista desde el este y desde el oeste. Un espacio de entrada está
enmarcado por dos prominentes columnas; la habitación central está
flanqueada por asientos escalonados; y el Oriente está elevado sobre
tres tramos de escaleras que conducen al estrado del maestro. Esta
planta fue de uso generalizado durante el resto del siglo. La logia de
la Amistad
en Arras, por ejemplo, probablemente también fue diseñada por el
arquitecto Charles de Wailly.
Entre 1774 y 1789, más de 120
arquitectos pertenecían a las logias de París afiliadas al Gran
Oriente; de éstos, muchos eran bien conocidos dentro del movimiento neoclasicista como autores de textos influyentes o diseños
importantes. Entre ellos J.-B. de Puisieux, arquitecto jefe de Sainte-Geneviève,
era un alto oficial de su logia; su tratado de geometría reflejaba su
intensa fe en la doctrina gremial masónica. Jean-Jacques Lequeu, usaba
la imaginería y las preocupaciones casi ocultistas de las logias de
Ruán y París diseñando entre 1786 y 1825 «La casa gótica» y otros
edificios con diversas partes para celebrar las diversas pruebas
iniciáticas. Y también arquitectos oficiales como Moreau-Desproux,
arquitecto de la ciudad de París; a teóricos y estudiosos como
Quatremère de Quincy; diseñadores importantes como Nicolas Le Camus de
Mézières, Bernard Poyet, A. -. L. –T. Brongniart, Antoine Vaudoyer,
Charles de Wailly, J.-F.-T. Chalgrin, Jean-Baptiste Rondelet, Pierre
Rousseau y Jacques Cellérier.
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El Consejo de
Estado en Paris construido por el arquitecto Pierre Louis Moreau-Desproux
(1727-1793)
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La logia de las Nueve
Hermanas incluía entre sus miembros a cinco arquitectos, entre
ellos Charles-Alexandre Guillamot, arquitecto de la fábrica de los
Gobelinos, y Bernard Poyet. Los Amigos Reunidos, la logia del
lingüista y anticuario Court de Gébelin y del pintor Hubert Robert,
atrajo a tres arquitectos como Petit-Radel y Moreau-Desproux. De todas
las logias, la que contaba con mayor proporción de arquitectos era la
de Los Corazones Simples de
la Estrella Polar
que, entre 1775 y 1777, tenía diez de un total de noventa miembros;
Pierre Poncet, Chalgrin, Le Camus de Mézières, De Wailly y Billiard de
Belizard estaban entre ellos. Un caso especial era el de Jean-Rodolphe
Perronet, ingeniero y profesor de la École des Ponts et Chaussées,
quien en 1787, con todo su equipo de profesores y estudiantes, formó
una logia de ingenieros civiles y militares llamada Urania.
Quatremère de Quincy, en su obra teórica, exhibía todas las
características de alguien influido por sus filiaciones masónicas: el
énfasis en la tipología idealista y el interés académico por la
arquitectura egipcia mucho antes de la expedición de Napoleón a Egipto
coincidían fácilmente con lo que se podrían considerar como legítimas
preocupaciones masónicas.
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Teatro del Odéon
construido en 178 por el arquitecto masón Charles de Wailly (1730-1798) |
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La fundación del Gran Oriente
de Francia en mayo de 1773 y el nombramiento del duque de Chartres
como Gran Maestro, con el Duque de Montmorency-Luxemburgo como su
sustituto regular, marcó una nueva fase en el desarrollo institucional
de la Orden. El nombramiento del nuevo Gran Maestro fue un acto de
elaborada pompa y brillante despliegue, las ceremonias se realizaron
en un vasto salón «envuelto en el misterio». Todo el ritual se
representó en medio del escarlata de las tapicerías y bajo el azur de
las bóvedas salpicadas de estrellas doradas; la sala estaba iluminada
con cerca de 150 luces, colocadas según una mística teoría numérica.
Aún más espléndida fue la
inauguración de su nueva sede en el otoño del año siguiente. Pierre
Ponce, arquitecto del Gran Oriente, transformó el edificio del antiguo
Noviciado jesuita en el Faubourg Saint-Germain para uso de la logia.
Las tres salas de la logia estaban colocadas en secuencia, de un modo
muy parecido a la de Berlín: había una gran sala de banquetes, que
tenía casi el mismo tamaño que la propia logia. «Es en este lugar»,
afirmaba De Lalande, «donde elevamos al Gran Arquitecto y a la virtud
un templo que pertenece a todos los masones regulares de Francia; es
en este asilo sagrado donde el Gran Oriente se va a entregar a sus
sublimes trabajos con el decoro y la dignidad que le son propios».
La iniciación de Voltaire fue
quizá la fiesta más célebre y sin duda la más comentada públicamente
de cuantas se celebraron en esta sede. La ceremonia fue presenciada
por unos 250 masones. El anticuario Court de Gébelin, junto con el
Conde Strogonof, consejero de Catalina de Rusia, ayudaron al Venerable
de la logia, De Lalande. Entre la multitud estaban Sebastien Mercier,
dramaturgo y cronista; Savalette de Langes, el Marqués de Saisseval;
y, por su puesto, Benjamín Franklin. En el acto de iniciación de
Voltaire, el historiador Court de Gébelin había leído una detallada
descripción de los misterios de Eleusis, un extracto de su Monde
primitif (Court de Gébelin, Monde primitif consideré dans
l´histoire civile, religieuse, et allégorique du calendrier ou
almanach, París, 1774-1776, vol. 4). Para de Gébelin, estos
rituales, junto con los de Orfeo en los infiernos y los descritos en
la Eneida de Virgilio, eran típicos de la primera iniciación
producida en Egipto por los sacerdotes egipcios en beneficio de Hermes
Trismegisto, el primer mago.
La literatura masónica ya
había tocado este tema de la influencia egipcia de la iniciación
masónica en varias novelas cuasihistóricas que abordaban los ritos
egipcios y sus complicados escenarios. La del abate Terrasson,
publicada por primera vez en 1733, fue quizá la más célebre. Su novela
Séthos describía con detalle las pruebas de su héroe al seguir
los pasos de Orfeo en los infiernos. Séthos era sometido a tres
pruebas, la del fuego, la del agua y la del aire, antes de ser
admitido en el recinto del templo (Jean Terrasson, Séthos, ou vie
tirée des monuments anecdotes de l´ancienne Égypte, París, 1731).
Dicha obra fue utilizada por el masón Emanuel Schikaneder, en 1791,
para el libreto de La flauta mágica de Mozart. Yambién
Cagliostro basó su «rito egipcio» de 1775 en las descripciones de las
iniciaciones de Séthos y de los trazados de Jean-Jacques Lequeu.
Otra obra capital fue
la de Antoine-Chrysostome Quatremère de Quincy, De l´architecture
égyptienne considerée dans son origine, ses principes, et son goût
(1785), Paris, 1803. Quatremère
(1775-1849) que fue miembro de la logia parisiense de Talía desde 1782
a 1786.
Por su parte, el masón Jean-Jacques
Lequeu proporcionó el ejemplo más gráfico de esta moda en un dibujo de
una logia, diseñada en tres fases basándose en las descripciones de
Terrasson; esta logia fantástica muestra, de izquierda a derecha, el
pozo profundo, el perro de tres cabezas, una gran caldera equipada con
instrumentos de tortura y, adoptando la sección de los hornos de
vidrio ingleses, un río profundo y una enorme rueda a modo de molino
de viento, que, tras la iniciación por el fuego y el agua, depositaba
al aspirante, como volando por el aire, en el templo de Isis, bajo la
estatua de la propia diosa. En el lado derecho del dibujo, Lequeu
representó las copas del olvido y la memoria descritas por Terrasson.
Este tipo de arquitectura hermética se
puso de moda entre la aristocracia y alta burguesía. Así, se levantó
un pabellón construido en 1781 por Cagliostro para el banquero Sarasin,
su mecenas, en una propiedad de éste cerca de Basilea, el edificio de
dos plantas estaba concebido específicamente como una logia de
«regeneración», según las fórmulas de los llamados ritos egipcios de
Cagliostro, inventados unos cinco años antes. En esta logia se
confinaría al aspirante durante cuarenta días, pasando pruebas y
ejecutando ceremonias que recordaban las de los élus cohens
ocultistas. En el primer piso estaban las habitaciones principales —la
entrada, la sala de recepción y la logia propiamente dicha—; una
escalera helicoidal conducía al salón, y a dos pequeñas cámaras para
el aspirante y su hierofante.
Cuando la idea de un arquitectura de
la sociabilidad se vio de nuevo forzada a ponerse al servicio de una
utopía, con el modelo de esa «arquitectura societaria» concebida por
Fourier, el utopismo social ya se había dado la vuelta para
convertirse en socialismo utópico. La forma prototípica del hábitat
social de Fourier, el Phalanstère —elaborado en beneficio de las
clases trabajadoras del siglo XIX—, acabó adoptando la Orden como
modelo. La orden francmasónica, escribía Fourier en 1808, «es un
diamante que desdeñamos sin conocer su valor», un medio para lograr la
reforma social. El ensayo de Fourier en el que considera la
francmasonería como germen de su nueva sociedad, se publicó por
primera vez como un apéndice de su Théorie des Quatre mouvements,
Lyon, 1808 [Teoría de los cuatro movimientos, Barcelona, 1974].
Fuente: Anthony
Vidler, “La arquitectura en las logias: Ritos y símbolos de la
masonería”, en El espacio de la Ilustración. La teoría
arquitectónica en Francia a finales del siglo XVIII, Madrid, 1997.
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Plano
ideal del Falansterio de Fourier |
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